Olentzero llega a Ochagavía, la capital del Valle Escondido del Pirineo

Olentzero Otsagabia

Aunque la historia dice que Olentzero aparece anunciando el invierno en la fecha del solsticio, en Otsagabia lo hace coincidiendo con el patrón del pueblo, San Juan, el 27 de Diciembre. Los del Albergue del Pirineo no nos perdemos esta fecha tan especial, un Olentzero único en el País

Sobre todo los niños esperan su llegada atisbando el Muskildamendi en la dirección de Intsurdoia, el Iratibide que lo bordea . Siempre la señal de su llegada la componen las teas encendidas que iluminan el camino, portadas por todos aquellos que se le han ido uniendo por bordas y tajos y que también abandonan sus trabajos, imposibles de realizar como consecuencia del invierno. Al haber oscurecido, todos han encendido las teas y forman un cortejo serpeteante que excita la imaginación de los más pequeños. Ochagavía-Otsagi-Otsagabia, el pueblo más visitado de Navarra, tiene su Olentzero especial.

La naturaleza disminuye su actividad con la llegada del invierno. Una parte de los animales emigran, algunos han comenzado a invernar, otros han reducido su actividad para poder afrontar los fríos y la escasez de alimentos. Casi toda la vegetación aparece desnuda al haber perdido las hojas por la escasa producción de savia al reducir asimismo su actividad hasta que la vida vuelva a renacer ,cuando el frío invierno sea superado por la nueva estación más cálidaLas lluvias que habían dominado el otoño, al final han sido sustituidas por la nieve. El frío se ha apoderando de todo, haciendo también la vida humana en los bosques y en las montañas que rodean el pueblo casi imposible. Una de esas noches el mejor anuncio de la nueva estación viene reflejado por la llegada al pueblo de los últimos que han aguantado la dureza del frío y la nieve del final del otoño.

Como cada año al anochecer. y tras una larga jornada de camino, el personaje más esperado, anunciador de la nueva estación, es el ser de aspecto grotesco al que llamamos Olentzero. Grande en estatura, voluminoso, vestido con enormes bombachos, camisa, blusa y espaldero; calzado con abarcas que abrazan unos recios calcetines de lana, pañuelo al cuello y, como protección de su cabeza, una gigantesca txapela. Remata su aspecto una impresionante pipa retorcida, fabricada con la no menos retorcida y dura raíz de un viejo tejo.

La misma sólo tiene salida de humo por la cazoleta, sirviendo la parte horizontal de la misma solo para ser asida utilizando los dientes y dejando libres las manos. Dado su tamaño sirve tanto para asar como para calentar, tal que si fuera un brasero. Su oficio, carbonero, es fabricar un magnífico carbón en los bosques tan espesos que cubren los montes del amplio término de Otsagabía.

Sobre todo los niños esperan su llegada atisbando el Muskildamendi en la dirección de Intsurdoia, el Iratibide que lo bordea. Siempre la señal de su llegada la componen las teas encendidas que iluminan el camino, portadas por todos aquellos que se le han ido uniendo a su paso por bordas y tajos y que también abandonan sus trabajos , imposibles de realizar como consecuencia del invierno. Leñadores, ganaderos que cierran sus bordas sin utilidad en ese tiempo y los pocos pastores que no han emigrado a la Ribera al final del verano y que acercan sus pequeños rebaños a corrales próximos al pueblo. Al haber oscurecido, todos han encendido las teas y forman un cortejo serpenteante que excita la imaginación de los más pequeños.

Entre el cortejo pronto distinguimos a Olentzero por su espectacular tamaño, su gran boina, su vieja y retorcida barba – como si remedase la asimismo retorcida pipa- ,y su cara totalmente tiznada del polvo del carbón que durante todo este año ha estado produciendo. Su aspecto fiero causa pavor en los más pequeños, hasta que el frío uxin hace revolotear los copos de nieve que cubren las calles y que, lanzándolas en todas las direcciones, golpean permanentemente y con fuerza la cara del olentzero, provocándole el efecto de un inesperado lavado. Aparece entonces una cara sonrosada, dominada por una gran narizota e iluminada por unos ojos sonrientes ,dando un aspecto risueño a su conjunto ,muy lejos del fiero que nos enseñaba antes.

Pronto se empiezan a escuchar cánticos y músicas ,al tiempo que el pueblo , remoloneando al principio y olvidado el sobrecogimiento inicial, baila a su alrededor y al de su asno. Ambos vienen cargados de sacos que acarrean desde el bosque. Olentzero lleva uno a su espalda, colgado de uno de sus hombros ,y con una sonrisa traviesa que ilumina su rostro ,hace que se vaya vaciando al tiempo que de su gigantesca pipa empiezan a salir castañas asadas en los tizones encendidos, producidos con el carbón de la última carbonera. Los niños no saben que es mejor, si comérselas o calentarse las manos con ellas. Finalmente deciden lo primero.

La comitiva recorre el pueblo en una korrika dantza multitudinaria. Se acaban las castañas y Olentzero coge los sacos que lleva su asno y comienza a repartir entre lo niños los “ingenios” que sus sorprendentemente toscas y ,al mismo tiempo, hábiles manos han ido produciendo en los últimos meses ,cuando las lluvias de otoño le impedían realizar su actividad habitual. Esos días ha ido reproduciendo en madera los ingenios diseñados por su exuberante imaginación y que este invierno servirán para que los niños, con sus capacidades para desarrollar aplicaciones de los mismos, hagan frente a las muchas horas durante las que se verán alejados de los juegos de la calle.

Agotados ambos sacos, ya con la noche encima, el duro uxin va obligando a la mayoría a retirarse a sus casas, donde los niños se entierran materialmente bajo las colchas abrazados al ingenio recibido, y los mayores intentando vencerlo con algún que otro olvidado abrazo.

La noche festiva continúa con la juventud disfrutando tal como corresponde al día del patrón. Sólo el frío amanecer hace que poco a poco todos se vayan retirando. Olentzero, como cada año, desaparecerá en algún momento sin que nadie lo note. Sólo quedará su burro ,que habrá buscado refugio en algún corral con buena paja caliente y algo de sabroso pienso.

Al día siguiente, todos preguntan por él pensando que se habrá refugiado en alguna casa hospitalaria, pero a lo largo de la mañana se dan cuenta de que ya no está entre ellos. Sospechan que prefiere seguir con su vida en soledad, y dado lo imposible de pasar desapercibido por sus llamativos aspecto y tamaño, acaban pensando que posiblemente pasará el duro e inactivo invierno descansando en alguna cueva orientada al sol del sur, dormitando y, cual si fuera un oso , invernando y alimentándose desde el fantástico almacén que ha ido acumulando en su tripaundi con frutos del bosque, fresas, frambuesas, pashakas, patxaranes, urriaranes, con las diferentes y amplísimas variedades de setas y hongos de las que los bosques están bien provistos, con la pesca de truchas y con la caza tan abundante y variada.

La temperatura invernal paliada por la constante temperatura de la cueva se verá ayudada por los tizones que se alojan en su pipa , la cual asimismo acabará convirtiéndose en un gran tizón que, dada la gran dureza del tejo, prolongará su efecto calórico hasta el final del invierno. Pasada esta estación , queremos creer que un joven vestido como un payaso, con ropas demasiado grandes para su tamaño, aprovechará la primera noche de lluvia primaveral para abandonar su leze y, evitando atravesar el pueblo, se dirigirá a algún recóndito lugar del bosque para repetir el ciclo anual de su oficio de carbonero y generador de ingenios.

Podría pensarse que es un cuento , pero una mañana lluviosa del comienzo de primavera uno de los ganaderos al dirigirse a su borda vio las huellas de un asno que abandonaban el pueblo .En algún punto, ya fuera del mismo , se juntaban con unas huellas de abarcas idénticas a las que dejó Olentzero meses antes, aunque eran huellas de menor profundidad. Esto le hizo sonreír y continuar su camino silbando alegremente ya que sus sospechas del solsticio se confirmaban.

 

Patxi del Castillo en la revista oficial de Olentzero de Iruña

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