Nos apetece recordar otra parada que hicimos en Navarra, tierras que desbordan vegetación, tradiciones y encantos. Concretamente en el
Valle del Salazar, lindando con el Valle del Roncal, y a escasos 25 km de
la Selva de Irati, un hayedo de impresión , en el que paramos antes de dirigirnos a
Ochagavía (Otsagabia).
Hay destinos que hablan por si solos nada más que te los encuentras. Con apenas 700 habitantes este municipio es un ejemplo de conservación y respeto arquitectónico.
Un lugar pintoresco, en pleno Pirineo Navarro, a los pies del monte Orhi, atravesado por el río Anduña que discurre bajo el puente medieval, que en su entrada confluye con el rio Zatoya y que regala reflejos de las casas blasonadas envueltas por un verde rabioso de vida.
El origen del nombre de esta localidad se ha vinculado directamente con los lobos, indicios que se han consolidado teniendo en cuenta el escudo otorgado por Felipe II que figura en algunas de sus casas en el que se refleja un lobo con un cordero de plata entre sus dientes, y que comparten con el resto de Villas del Valle del Salazar.
En el s.XVIII el pueblo sufrió un ataque francés al que solo pudieron sobrevivir ocho casas. Pero la villa se recuperó conformando una imagen típica del Pirineo navarro.
El sonido del agua que pasa infinita por la zona es el encargado de dar la bienvenida. Las fachadas blancas de las casas multiplican la intensidad de la luz formando contrastes de ensueño.
Sus calles empedradas, decoradas por los geranios de los balcones que asoman contribuyen al embrujo del entorno. Ascendiendo por ellas, la vista choca con la Iglesia de San Juan Evangelista, y desde ella se obtiene una vista panorámica de excepción del municipio. En su interior destacan tres retablos renacentistas.
Esta pequeña maravilla parece formar parte de una obra de un artista que ha ideado un rincón bucólico, lejano a las preocupaciones y en el que la armonía es el máximo exponente. El cauce del rio no fluye tan generoso en los meses estivales, pero a pesar de ello, y aunque discurre sigiloso, es inevitable asomarse al puente y quedarte absorto en un lugar tan maravilloso.
Como os comentábamos, antes de llegar aquí, y a tan solo 25 km, quisimos hacer una pequeña visita a La Selva de Irati, que es uno de los mayores hayedos-abetales de toda Europa, entre 17.000-18.000 hectáreas. Existen numerosas sendas y caminos señalizados para disfrutar de un paseo por plena naturaleza que te inunda de oxígeno a cada paso que das. Un paraje tupido que los afortunados que lo han visitado en otoño dicen que es una época mágica, cuando los tonos rojizos, ocres, amarillos y anaranjados se entremezclan.
En nuestro caso la visita se dio en el mes de agosto, entonces el verde era el protagonista, helechos, abetos, hayas y un sinfín de vegetación variada nos sorprendía en cada rincón. Pero la Selva tiene más habitantes, corzos, gatos monteses, zorros, martas, tejones que han hecho de ese paraíso natural de gran valor ecólogico su residencia.
Escogimos la senda corta con una duración aproximada de un par de horas a un ritmo tranquilo y cuyo destino era el embalse de Irabia que ofrecía una panorámica de impresión.
Aunamos en esta entrada dos lugares que llenaron nuestro día. Paisajes imposibles para la imaginación de un par de urbanitas y que nos enamoraron a cada minuto que pasaba.
La Selva de Irati y Ochagavía, vecinas en tierras Navarras aguardan sorpresas para todos los gustos y que creemos que a nadie dejaran indiferente. Alojamiento en Albergue
¡Hola! Somos los autores del blog de ¿Tienes planes hoy? Solamente queríamos comentarte que nos agrada que te haya gustado nuestro relato sobre la experiencia que vivimos en vuestras tierras. que nos encantan. Y además agradecerte la mención que nos haces en tu blog.Nos ha hecho mucha ilusión.
Un saludo,